Aprovechando que voy de copiloto, que Javi conduce y que tenemos tres horas por delante de carretera hasta Yosemite park, y con tres días por detrás para recodar de San Francisco, voy haber si consigo acordarme de todo lo vivido aquí en estos días y poder dejarlo por escrito.
Lo último que escribí fue en la cola del tranvía, recordando la llegada el sábado en la noche.
Después de volver de compras, nos tiramos a las calles deseosos de conocer el Castro, la emblemática zona gay.
Callejear sus calles, ver sus casas, su gente, su vida nocturna y sus bares, alguno de los cuales llevan más de cuarenta años abiertos. Toda una zona multicolor, por todas las banderas colgadas en todas partes.
Aquí si es una forma de vida, es la opción de aceptar lo que eres y vivirlo con toda naturalidad.
Me ha sorprendido ver la cantidad de parejas de hombres con hijos llevándolos al parqué, montando en bici, de compras. Además de carteles publicitarios animándoles a vivir tu sexualidad abiertamente, ya sea con hombre, mujer o con el VIH.
Esta claro que estamos a años luz.
El recorrido de los bares fueron tres, ya que los gustos de Javi y los míos sobre hombres es parecido, y pudimos coincidir. Ademas es que tampoco es que hubiera muchos tíos de nuestra edad por las calles, ya que o eran muy mayores, o muy jóvenes, o es que se movérian por otros lados (asociaciones de padres, cenas en casas de los amiguitos de los hijos, etc..) No, es broma, alguno había, pero como digo, vi pocos, al menos de los que a mi me gustarán, así que después de tres bares, con sus respectivas cervezas, nos fuimos al hotel a dormir, que al día siguiente comenzaba lo bueno.
Domingo 7.00 am de la mañana, fresca y lozana cual lechuga en la huerta, me calce mis deportivas nuevas y ale, a correr por las calles. ¿Y sabéis...? Ni los que salen del after había. Pero eso si, tenia las calles para mi solo. Que sensación más ¿Divertida, placentera? No se como describirla, pero me encantó ver sus calles esta vez vacías, sin tráfico, ni gente. Solo yo.
A las ocho y media ya estábamos desayunando donde la Jenny, el bar donde nos habían atendido también el día anterior, y el cual hicimos como sede de desayunos y cenas. Como nos hablaban en español y a mi me traducian la carta, bueno más bien les dejaba a ellos que me trajeran algo distinto cada día. En ese desayuno tocó un revuelto de huevos con pimiento, cebolla, tomates y jamón, más zumo de Orange y café, que ríete tu de tener hambre después, ya que además el café es como en las pelis, te van ofreciendo café cada rato, eso sí, el cafe es el típico americano, clarito y con poca fuerza.
Con las pilas cargadas y desbordando energía por la cafeína, el ejercicio y la pastilla de Leotron (para tener más energía) en el cuerpo, nos cogimos el tranvía F hasta Unión Square, zona donde están los centros comerciales y el inicio de los tranvías que te llevan por toda la zona este. Un paseo de media hora de ida, donde te puedes subir y bajar donde quieras, pero que en nuestro caso, nos fuimos hasta el final para volver caminando por las zonas que ya teníamos marcadas en el mapa que nos habíamos agenciado y que habíamos buscado ya en Madrid.
Primera parada:
- Fisherman. Comienzo del embarcadero, donde comer pescado y marisco, y a la vez poder comprar souvenir.
Aquí comenzó el paseo por el embarcadero y las fotos hacia Alcatraz, la penitenciaria, la cual no visitamos. También aquí están el barco y el submarino que tienen como museos.
- Seguimos paseo hacia Pier 39, que es el embarcadero donde las focas y leones marinos toman el sol, y donde cantidad de tienditas y restaurante rodean este peculiar embarcadero de dos alturas.
- Salimos de aquí dirección Lombard St, una larrrrga calle cuesta arriba, dirección hacia Crookedest. Street. Una calle estrecha y en zip zap, donde los coches solo pueden bajar en fila de uno, y donde cada tramo es del espacio de un coche. Eso sí, muy bonita por la decoración que tienen de flores a los lados y en el centro.
Algo ha resaltar, la negra que dirigía el tráfico arriba. Primero me llamo la atención los pendientes que lucía, grandes, muy brillantes, que formas y picos, cual estrella del firmamento. Después el genio que se gasta la señora dirigiendo el tráfico. Que voces metía a los transeúntes que se colocaban en medio para la foto de rigor y que cortaban el tráfico, era para grabarla en video.
Otra cosa que veréis luego en alguna foto, es la inclinación de los coches aparcados, ya que las calles tenían tal pendiente, que parecía que los coches caerían rodando por ellas.
- De ahí, cuesta parriba, cuesta pabajo, cuesta parriba, cuesta pabajo, así como doscientas veces hasta llegar a China Town, como ya dice su nombre, el barrio de los chinos, vamos como un Tirso de Molina, pero a lo grande. Tiendas, casas, restaurantes, peluquerías, supermercados, chinos, chinos, chinos y más chinos por todas partes. Ha destacar, las guarrerias que comen. Espuestas y secas, con alguna cucaracha corriendo entre ellas, gambas secas, mejillones más secos todavía con colores y olores que dejaban una seguridad de que allí no íbamos a comer nada. Y un sinfín de verduras colocadas que podrían ser desde yerbajos a hojas secas cogidas en cualquier parque.
Salimos por sus puertas con sendos dragones a cada lado hacia Financial Distrit, osease, distrito financiero, donde edificios enormes y tiendas de mega lujo nos rodeaban.
Después de un coffe y un pedazo de tarta de manzana caliente, que fue nuestra comida, y de recuperar algo de fuerzas, seguimos caminando hacia Japatown, osease, barrio japonés. De aquí poco que resaltar, salvo la panza a caminar que ya llevaba en el cuerpo, y que ya poco o ningún interés empezaba a quedarme en el cuerpo en seguir viendo nada. Así que tira para el hotel que ya no puedo con mi alma.
Así que pasito a pasito, nos encaminamos hacia el hotel, pasando antes por el City Hall, (ayuntamiento) Ópera House (teatro de la ópera) y Shimpony Hall (donde ensaya la sinfonía de San Francisco). 10 horas después de la que salimos, volvimos a llegar al hotel.
Según llegue, siesta de una hora, ducha, y de nuevo a las calles a cenar y tomar alguna cerveza, pero esta vez solo dos cervezas y a sobar.
Lunes, esta vez menos fresca, pero igual de animado salí a correr, pero el día despuntaba nublado, y así se nos dio.
Teníamos que mover el coche antes de las ocho, ya que al pasar la limpieza, si tienes el coche estacionado, te meten una multa de 95 $ que te dejan temblando. Por cierto y hablando de multas, aquí te las clavan y bien si fumas, ya sea en el coche que hemos alquilado o en alguna de las habitaciones de los hoteles donde hemos estado. Adema que te lo dicen y lo firmas, y visto por estos ojitos que de 300 pavos no te baja ninguna.
- En fin, que nos cogimos el coche y hoy tocaba visitar el Golden Gate, el puente rojo más famoso de todas las pelis.
Llegamos y ale, chocolate caliente en una mano y una muffi de arándanos en la otra cómo desayuno, nos pusimos a caminar cruzando el puente, para luego vuelta para el otro lado. Casi dos horas. Ahora ya puedo decir que he cruzado los dos puentes más emblemáticos de los Estates Unidos, el de Brookling, el cual volveré a pasar en unas semanas y este colorao. :-D
- Vuelta al coche y a pasear por los jardines y la zona de Presidió.
- Y de ahí a otro parque, el del Golden Gate Park, comenzando primero por el parque de Panhande.
El parque de Panhande, es un parque largo rodeado de casas victorianas a cual más bonita. Es como la entrada al gran parque, en el cual veremos el Japonese Tea Garden.
Todo era enorme, grandes jardines y parques donde hacer deporte y montar en bici. La verdad que estária genial tenerlo allí en Madrid. Nuestra Casa de Campo es un secarral comparado.
- De ahí a Twin Peaks, desde donde sus dos colinas gemelas te muestran la grandeza de San Francisco. Unas vista expectaculares, pero eso si, un frio que te pelas.
Ya de ahí, nos bajamos con la intención de ir hacia la Misión, pero ya no se si fue el destino, o el gps de los cullons que nos la quiso jugar. El caso es que nos perdimos, y por más vueltas que dimos, ya llego un momento que paré el coche y ya dije que no le movía, que eran las cuatro y ya la tensión en el coche no es que se cortará o se masticara, que va, ya eso era tensión sobre cuatro ruedas. Así que nos fuimos a comer un happy meel de gorrino, por el cual no quiero ni recordar lo que me clavaron.
El caso es que ya la cosa no daba más de sí. Ni la cosa, ni yo. El trajín que traía encima, los tres vuelos, los cambios de hora, el ir de la ceca a la meca, todo eso cayó de golpe, y mi cuerpo, mi alma si es que la tengo, y todo mi ser, se quedó cual papilla de niño chico. Así que terminado de comer, cojimos el coche, esta vez Javi, que me deposito en el hotel y se fue a aparcar. Yo caí a la cama de tal forma, que no le escuche llegar. Dormí 4 horas de seguido. Me despertó diciéndome de ir a cenar y que eran las nueve. A las diez y media volvía a estar durmiendo hasta las ocho del día siguiente.
Creo que estaba cansado. :-o
Martes: Esta vez no me fui a correr, pero había que ir a mover el coche otra vez, así que directamente a un parking y se termino el coñazo del coche.
Desayuno donde la Yenni, donde cómo despedida después de nuestro opiparo desayuno, nos invitó a un crep relleno de frutas, helado y nata. (voy a volver a Madrid orondo) aun así, no quedo nada.
- Esta vez si nos fuimos a ver la misión, y lo bueno es que esta super cerca del hotel. Un edificio muy bonito, que se mantuvo en pie una parte después del gran terremoto.
- De ahí a conocer el barrio mexicano, que forma parte del barrio de la misión. Estuvimos viendo sus fachadas pintadas, algunas muy bonitas, preciosas, otras simples pintadas.
- Caminando pasamos por dos sitios muy chulos, y es que la verdad como son aquí esta gente.
El primero, un sexto Shop que me dejo alucinado, por su decoración y por los escaparates que tenia. Todo super cool super fashion. Una cantidad de juguetes en exposición, que no me pude resistir a comprarme uno. (es que era a menos de la mitad que en Madrid) ;-)
El segundo, fue encontrarnos con el Tapas. Un bar donde nos metimos un pincho de tortilla y una cerveza Estrella Galicia. Que buenas.
Lo gracioso de este bar, una era la foto de Almodobar con peineta que te recibía en la puerta, y la Montse, una catalana afincada allí desde hacía tres años y medio, y que lo tenia todo, era lesbiana y separatista. Jajaja, pero simpática.
- Después de haber cogido fuerzas nos fuimos paseando hacia el Castro, y desde allí seguir hacia el parque El Álamo, lugar que salía en la serie Padres Forzosos, con sus casas victorianas una al lado de la otra. Un lugar idóneo para descansar y dar por terminada la rutas de San Francisco.
La tarde como en toda excursión que se preste, tuvo siesta y luego libre. Momento en que dedicamos Javi y yo para separarnos y hacer lo que el cuerpo nos pidiese.
Yo 1001.
Por cierto, si alguien piensa que San Francisco es una ciudad soleada, se equivoca. Tres días y medio, y ni un solo rayo sol, eso sí, ya el primer día me queme la cara con ese sol que no había. :@