E iremos viendo...

domingo, 3 de agosto de 2014

San francisco (parte one)

Y ya que estamos aquí haciendo cola para subir al cable car y así subir a la parte alta en tranvía, vamos a aprovéchar un poco el tiempo después de la fotos de rigor y a conectarno a la Wii del Sephora.
La última vez que hablé fue cuando estábamos en el aeropuerto con dos horas de retraso. El vuelo estuvo bien salvo por un p*** niño de dos o tres años, negrito, pelo rizado, hiperactivo o poseído por el diablo, no lo se todavía, pero que estuvo casi todo el vuelo dando gritos, eso sí que lo se, ya que lo tuve delante. De verdad que lo hubiera matado y me hubiera quedado tan agusto. Rece a Herodes, pero no me hizo caso, que pena.
Por lo demás bien. Llegamos al aeropuerto y de ahí en taxi al hotel. Un  hotel muy chulo, con camas grandes donde pudimos descansar y recuperar el sueño que el desgraciado del niño, no nos dejó tener en el avión.
Al despertar,  casi no desayunamos, ya que no preguntamos hasta qué hora daban de desayunar, pero les tuvimos que dar pena, y la verdad, que al final se portaron muy bien. De ahí volvimos a la habitación, recogimos, y nos pusieron un servicio de taxi gratuito hasta el aeropuerto donde pudimos llegar a la salida de los alquileres del coche.
La história del coche es para darlo de comer aparte.
Después de los trámites con un hispano/mexicano, que en un principio se negaba a hablar en español, pero que al final no tuvo otra que ceder y ponerse a hablar con nosotros en español  ya que en inglés lo llevaba crudo. Después de los papeles, todo su empeño era en que cogieramos un coche de gama superior, que el que teníamos era pequeño, incómodo, las maletas no iban a entrar, todo peros negativos,  pero claro,  su empeño era que al coger la gama superior que nos ofrecía,  el precio solo aumentada 10 dólares,  pero por día, y ésto último se lo tuve que sacar al Junior, que era como se llamaba, así que nos subía el precio 170 dólares más.
Después de quedarnos con el que teníamos desde un principio, nos fuimos al coche, y la madre que parió al coche.
El coche es un Magda, en el cual cabíamos 5 y alguno más. Un maletero que podríamos dormir en el. Un mega coche, espectacular, super cómodo y espacioso.
Y claro como tenemos tanta experiencia con este tipo de coches, después de diez minutos intentando saber como funcionaba, al final nos tocó preguntar a un chaval, mega guapo y jovencita, que nos enseñará cómo funcionaba el coche, como arrancaba, cómo funcionaban las luces, cómo iba la palanca de cambios, cómo se colocaba el asiento, vamos que quedamos en total ridículo delante de este chaval.
Como me decían en España, si es conducir para tontos, pues joder con los tontos.
Después de varias vueltas por el parking, sin que claro,  el Mega Guapo no nos perdiera de vista, y de ver cómo funcionaba el coche, nos pusimos en camino hacia San Francisco.
Entramos por la autopista después de haber puesto al tun tun, en el idioma de español y con el nombre de Diego, que es con el nombre que viene.
Dos horas después, con varios atascos y muchas risas, entramos a la ciudad por el puente pequeño, cosa que nos dimos cuenta por la noche al mirar el mapa y ver que nuestro empeño de entrar cantando a voz en grito con la compañía de Whitney Houston,  no había servido para nada.
Después de discutir y de darnos unas pocas voces el uno al otro, conseguimos aparcar en un parking, el cual nos dimos cuenta que era el parking de una funeraria. Yo me partía de la risa. Mientras Javi se quedaba esperando, yo fui a buscar el hotel que estaba varias calles más abajo, deje los papeles en el hotel y me fui a buscar a Javi, el cual me dejo llevar el coche por la ciudad hasta poder aparcar. Que si,  que hice alguna pirula y me lleve algún bocinazo, y que? Ya puedo decir que he conducido por Sam Francisco. Y lo que me queda, ya que ahora me siento el puto amo de la carretera.
Por fin estábamos en la habitación,  pequeña, acogedora, con un baño compartido y un larrrrrgo pasillo enmoquetado que ríete tu de el. El del resplandor es una peli de Disney.
Nos faltó tiempo en lanzarnos a las calles de esta gran ciudad, y claro, con la intención de poder aparcar el coche en algún lugar, ya que claro está, en el parking de la funeraria, no se podía quedar.
Estamos en pleno Castro, barrio Gay por antonomasia. La cultura gay está por todas partes, banderas, tiendas, locales,  parejas cogidas de las manos y un sinfín de cosas que te alegran la mirada y la sonrisa. Me siento feliz.
Encontramos un sitio cercano donde poder comer, una hispana super simpática nos explicó dónde hacer compras, donde pasear, cómo coger el tranvía y como podernos movernos por la ciudad. La chica se lo curró tanto en el servicio como en la atención, así que hoy hemos vuelto a desayunar allí.
Después de coger el tranvía F que nos trajo hasta la zona Market, zona de centros comerciales, donde claro está que nos fuimos de compras. No vi nada interesante, sólo una pequeña anécdota, que si no es porque Javi que me coge de la coleta, me pasa un taxi por encima. Uno qué estaba un poco despistado.
San Francisco parte two, próximamente

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